Me parece que el traducir de una lengua a otra es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, están llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con la lisura y tez del haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel––dijo don Quijote.
Y aún así le dije a Enrique Fierro, simpatizante de los rinocerontes––Tomemos prestada la pelota de ping-pong de nuestros amigos Lorenzo y Margarita, y aquí escribámonos y traduzcámonos el uno al otro. Pero, tejamos reversos, traducciones traidoras, como falsos amigos, des faux amis que se miran, pero no se reconocen.

Monday, June 18, 2012

Ahora o nunca más, me digo y le digo a Sean.

Porque hace días nos llegó desde Playa Albina la noticia que nunca hubiésemos querido recibir: el entrañable Lorenzo García Vega nos abandonó para irse a reunir, dicen que en una esquina de Buenos Aires, con el Conde y con Macedonio, con Héctor Libertella y con Alejandro Rossi. Así nos lo acaba de confirmar Pigafetta después de escudriñar el vasto territorio argentino desde su observatorio de las Nubes de Magallanes.

Sirva, pues, este regreso a la escritura de Foes Amis como una nota de agradecimiento a Lorenzo el Magnífico, quien tanto apoyó al Fierro y al Manning, como él solía nombrarlos, en la bloguera aventura de estos perdedores convictos y confesos.

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