Me parece que el traducir de una lengua a otra es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, están llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con la lisura y tez del haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel––dijo don Quijote.
Y aún así le dije a Enrique Fierro, simpatizante de los rinocerontes––Tomemos prestada la pelota de ping-pong de nuestros amigos Lorenzo y Margarita, y aquí escribámonos y traduzcámonos el uno al otro. Pero, tejamos reversos, traducciones traidoras, como falsos amigos, des faux amis que se miran, pero no se reconocen.

Monday, August 29, 2011

El domingo pasado me llamó desde Lima mi amigo Diego Trelles Paz y me contó de su reciente encuentro en Las Cruces con Nicanor Parra, quien el próximo lunes cumplirá 97 años y a quien hice referencia en mi última colaboración (del ¡15 de junio!) para esta "invención diabólica" de mi amigo Sean Manning. Si logro superar mi impericia técnica y llega a haber una próxima "entrada", prometo mostrar la foto que documenta la reunión entre el nonagenario poeta chileno y el treintañero narrador peruano.
De paso: por Austin anduvo, el fin de semana pasado, otro ex-estudiante y amigo, Oswaldo Zavala, quien me entregó un ejemplar de "Siembra de nubes", su primera novela, que acaba de aparecer en México.


Hace un rato, cuando interrumpí la escritura de estas líneas para tomar una taza de té con Ida, cayó en mis manos una entrevista a Armando Uribe Arce, otro gran poeta chileno con quien sólo conversé dos veces en mi vida: una en México y otra en París, allá por los años setenta. Podría reproducir ahora algunas de las cosas que, entre pasiones y razones, se dijo y me dijo: las guardo, indelebles, en mi memoria. Como muchos de sus poemas, que me acompañan desde hace tantísimo tiempo.


Cuando "La edad, señor doctor, pide Jordán", como dice el gran Quevedo, y el mundo en que vivimos (y morimos) parece venirse abajo, cómo expresar el bien que (me) hace recordar a quienes tanto les debo. Aunque ellos ni siquiera se acuerden de mi existencia, perdido como estoy en el 1800 de la calle Lavaca y a la espera de mi 3 de enero de 1889. Aunque Austin no es Turín y aunque no sé si el abrazo de ese día en verdad me justificaría.

3 comments:

  1. Conversar con los poetas -aún si uno no lo es- hace bien, doy fe. Tomar el té con Ida, también.
    Desde acá -este cruce entre el General Suárez y el Coronel Mora- vuelvo a inscribirme como seguidora del blog, espero que ahora sí me acepte sin justificación alguna.
    :)

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  2. Te debo tanto, querido Enrique, que enmudezco. Es terrible eso de quedarte sin palabras (o que las palabras sean tan poca cosa para expresar el profundo color de mi cariño). Mejor no hacerlo. Dejar al poeta. Repetir aquí esos versos que antes te he robado: "El silencio es cansancio/El laberinto horizonte" Devoción total, Efe.
    Votre,
    D.

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  3. Y hoy, en sus 97, más fuerte que nunca: QUE VIVA NICANOR PARRA!
    D.

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