Gracias por la respuesta, aunque no me convenza del todo. Pero no te preocupes: hace ya un cierto tiempo que nada me convence del todo. Si sigo así terminaré convertido en un anacoluto, como me advirtió alguna vez la Hiena.
De paso: ¿qué será de la Hiena?, ¿qué será de sus jenízaros? Ya ni en las peores pesadillas aparecen. Toquemos madera sin patas y volvamos a levantar vuelo entre los grajos del atardecer. Grajos que, según me señaló el domingo pasado una muy crestomática señora, son de temer. Puede que la dama tenga razón, pero para mí no es cierto y cuando me confundo con ellos
soy tan feliz como cuando pienso y canto en rimas asonantes. Digo asonantes porque, en general, desconfío de las consonantes tanto como de mí mismo, que no soy más que límites y escombros.
Ya iba a dejar de escribir cuando me vino a la memoria un verso de Leopoldo Marechal: "Con el número Dos nace la pena". Me gusta recordarlo ahora para escándalo de los bienpensantes que me rodean, a quienes temo más que a los grajos.
Me parece que el traducir de una lengua a otra es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, están llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con la lisura y tez del haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel––dijo don Quijote.
Y aún así le dije a Enrique Fierro, simpatizante de los rinocerontes––Tomemos prestada la pelota de ping-pong de nuestros amigos Lorenzo y Margarita, y aquí escribámonos y traduzcámonos el uno al otro. Pero, tejamos reversos, traducciones traidoras, como falsos amigos, des faux amis que se miran, pero no se reconocen.
temo más a los
ReplyDeletegrajos
que a un anacoluto
disfrazado de bienpensante
asustados los jenízaros
aparecen, un poco peores,
en mis pesadillas
grajos! grajos!
eres un escándalo
pensante y cantante
rodeado de tú:
límites y escombros
me ha gustado mucho esta entrada. aunque no entendí la mitad de las palabras.