Me parece que el traducir de una lengua a otra es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, están llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con la lisura y tez del haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel––dijo don Quijote.
Y aún así le dije a Enrique Fierro, simpatizante de los rinocerontes––Tomemos prestada la pelota de ping-pong de nuestros amigos Lorenzo y Margarita, y aquí escribámonos y traduzcámonos el uno al otro. Pero, tejamos reversos, traducciones traidoras, como falsos amigos, des faux amis que se miran, pero no se reconocen.

Saturday, June 25, 2011

Divagating about Bahía, a damper draped in cloudiness and disappearance, Manning's dialogue with Fierro marched off over the bridge to San Vicente wedged between a centaur and a moto. No one will ever see it again. Or will they?

Quizzing through the three halls of an afternoon, I found Dorothea's olive carpet inside her trailer on Drake Road where in 1979 I learned to peel the paper from the chocolate of my popsicles, a poem on legal paper about the life of a little mouse that Barbara typed up illustrious before my birth and folded into rhyme without any eyes ever seeing it, and a 2011 message from Fierro about a poem handmade on Parra's paper with a dedication that follows him unforgettably. Dorothea left when she was seventy-seven and Barbara was fifty-eight. Fierro tells me Nicanor Parra is ninety-six, and still drives.

And now where? Where ire stagnates trembling, like remembering Ida alone remembering Bergamín; like Manning alone remembering Ida and Fierro, remembering me.

Wednesday, June 15, 2011

De vagabundo por la Cruz del Sur, entre el Centauro y la Mosca, Fierro se decide a reiniciar el diálogo con Manning. Nadie nunca sabrá por qué: ¿o sí?


Quizá por el inesperado triple hallazgo de esta tarde. En una carpeta olvidada entre sus papeles de la calle Ellauri ha encontrado un dibujo de Marco Maggi del año 1971, un poema de María Elena Walsh manuscrito e ilustrado por ella de 1969 ("Sapo Fierro") y un poema manuscrito de Nicanor Parra con esta dedicatoria: "Nicanor Parra a Ida Vitale y Enrique Fierro recuerdos inolvidables Montevideo setiembre mil novecientos ochenta y cinco". Un Marco de trece años, una María Elena de treinta y nueve y un Nicanor que acababa de cumplir sus setenta.


¿A dónde iré que no tiemble?, como recuerda Ida que solía recordar Bergamín.