Me parece que el traducir de una lengua a otra es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, están llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con la lisura y tez del haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel––dijo don Quijote.
Y aún así le dije a Enrique Fierro, simpatizante de los rinocerontes––Tomemos prestada la pelota de ping-pong de nuestros amigos Lorenzo y Margarita, y aquí escribámonos y traduzcámonos el uno al otro. Pero, tejamos reversos, traducciones traidoras, como falsos amigos, des faux amis que se miran, pero no se reconocen.

Tuesday, February 22, 2011

Predata:

Trastee en el cuarto, de paseo por la celda en: Libertad, o incluso camine la rambla hasta: Mercedes, sentada en la orilla, pero muy lejos no vaya, a: Salto no, le suplica, el que esto escribe; por él que nunca se fuera.

Porque si, después de esta predata (de la traducción que la seguirá), hay un solo foe ami, sí, calla lo mejor.

Sunday, February 20, 2011

Postdata:

Tres de los cuatro son poetas, quiéranlo o no: Lorenzo, Margarita y Sean. El cuarto, el que esto escribe, ya no lo es y quizá, quiéralo o no, nunca lo fue.

Por eso cree que, después de esta postdata, lo mejor es callar.
He sido y soy tan perezoso que después de mi último envío me desentendí de la cita de Virgilio en el principio del libro de Lafargue (O Melibae, deus nobis haec otia fecit) que tanto me atrajera cuando estudié las "Bucólicas" guiado por mi amigo Cecilio, quien supo ser uno de mis profesores de Literatura en el inolvidable Instituto Alfredo Vásquez Acevedo y que aparece tantas veces plagiado en mis mejores dizque poemas. Sus libros de poesía publicados no han merecido la atención de la canalla crítica oriental, sus poemas inéditos tampoco.

La cita puede disfrutarse en la respuesta (Bucólica Primera) de Títiro a Melibeo. Y así, de paso, inclinarse a descifrar esa lengua hoy perseguida en los estudios universitarios y que en su polémico "Discurso por Virgilio" Alfonso Reyes defendía con estas palabras: "Quiero el latín para las izquierdas porque no veo la ventaja de dejar caer conquistas ya alcanzadas". Y ya que estamos en Reyes una recomendación para el autor de un nuevo atentado contra la poesía, tan proclive, como sus maestros, a las falanges totalitarias: la lectura de "En el nombre de Hesíodo".

Digresivo como soy, casi me olvido del atizador de Wittgenstein, del que tanto se ha hablado y por eso creí, en una primera lectura, que en él pensaba Sean cuando escribió su texto del Viernes 11. ¿Algo así como esa expresión que algunos usamos y practicamos: "tascar el freno"?

En la biblioteca de mi casa de la calle Cebollatí no había nada de Wittgenstein, pero sí de Russell y del viejo Bill: de este último casi todas sus obras, en español, dedicadas por mi padre a mi madre a lo largo de su noviazgo. Y, la tengo sobre mi mesa, una versión de Cipriano de Valera de la Biblia en la que mi hermana estampó su firma y que me acompaña siempre: la Nácar-Colunga y la de Jerusalén llegaron a mis manos mucho después y me esperan, hasta que llegue la hora, en Montevideo.

Friday, February 11, 2011

And so on, as we say around here. Wittgenstein refused to agree that the rhinoceros had gone; yet he was curious as to why Sean, the Sean from Fierro and Manning's blog, had been left unanswered for so many days. Neither Russell nor Fierro had a response. But the latter was a man enveloped by the dizzying heights of a stubborn imagination where he vied for but one celestial hour to write to his Uncle Floro, to put a pen to his head and pull the trigger.

Oh, how well three chords can undermine that moment when you dreamt you were more like Lancelot, and less like Launce or Panurge, revived amidst a crusade that's left you cursed and paralyzed, bobbing in the ebb and flow of clever writers. Awake at lunchtime, the waves grew bigger floating the famous and enemies alike about the round authorial table. Guillermo, tellingly knowledgeable and biting, ate little preferring to be the silent librettist noting down your memories rather than face the rhinal intentions of their prying questions. Why be so serene? What lunar influence could describe his case?

He could have harbored within his manhood a seat etched in snow for an adolescent to write "The Right to Shyness", leaving the others reclining reading Lafargue. He could have opened with an epigraph from Nicolson letting his friends in on the consequences of overproduction, now so justified since his twenty years: "How intolerable are those of his contemporaries who are not also shy." But shy himself, he hid instead.

In the end the old sun rose high above his hardheadedness, sending away the simple lovers hunched in betrayal, with Valentine, of Shakespeare, beside them. When from those abysmal libricidal passageways that lie between why not? and why? came a deep rumbling. And Wittgenstein, smiling wryly and wringing his hands, asked Russell: "Do you hear that?"

Wednesday, February 9, 2011

Varias personas se muestran curiosas y le preguntan: ¿por qué has dejado pasar tantos días sin contestarle a Sean, el Manning de Lorenzo y Margarita? Y él no sabe qué responder y se refugia en las obvias dificultades que manifiesta su magín para desplegarse. Sobre todo a esta altura de su vida y a la hora de la siesta, que ha sido siempre para él la hora epistolar.

También recuerda que en un determinado momento, cuando todo estaba listo para lanzarse a la pantalla, se le cruzó una presencia muy viva de una lista de escritores de aquí y de allá que son cursis y se paralizó. Había empezado a elaborarla, en pleno almuerzo, nada más ni nada menos que Guillermo, que es sabio y mordaz como pocos, y a él le entretenía más usar su memoria y una vieja libreta de apuntes para agregar nombres y más nombres a la lista, sobre todo de famosos o de enemigos, que intentar explicar su pereza a los preguntones. ¿Por qué será tan malo? ¿Por alguna "mala influencia", como decían en su casa?

Tendría que haber echado mano a sus lecturas adolescentes del "Derecho a la pereza" de Lafargue, que se iniciaba con un epígrafe de Lessing que muchos de sus amigos citaban a la hora de justificarse cuando eran capaces de no dejar de tener veinte años: "Seamos perezosos en todo, excepto en amar y en beber, excepto en ser perezosos". Pero, perezoso de él, no lo hizo.

Y al fin se limitó a andar de Donne a Jorge de Montemayor (algún día les contará por qué) y de ahí a Pascal y de Pascal a Kierkegaard y de Kierkegaard a Kafka y de Kafka a Wittgenstein. And so on, como dicen por aquí.